viernes, 26 de octubre de 2012

El viaje de Blanca

Isabel mira el reloj de su muñeca y ve que la hora de salir ha llegado. Apaga el ordenador y coloca su mesa, se levanta de su sitio y coge su chaqueta y su bolso. Sale de la oficina despidiéndose de los compañeros recordando el mal día que ha tenido en su trabajo y esperando poder dejar atrás.
Va camino del autobús pensando en llegar a la parada y no tener que esperar a que venga. Está cansada y necesita llegar a casa para estar con los suyos y olvidarse de las preocupaciones del trabajo que, últimamente, retiene en su cabeza más de lo que le gustaría y no la dejan disfrutar de las cosas sencillas que tanto le benefician.

Después de unos minutos esperando, llega el autobús. Se sube, se sienta y se abstrae por completo con sus pensamientos. Casi no se da cuenta que su parada está muy cerca, así que deprisa pulsa el botón, el autobús frena de golpe y se baja atropelladamente. Y pensar que todavía le queda un rato para llegar a casa.
Baja las escaleras del metro encontrándose con los viajeros que la suben sin dejarle hueco ninguno y teniendo que empujarlos para poder pasar. Una vez dentro, un poco disgustada por el agobio que siente, empieza a caminar de un lado a otro del andén esperando a que llegue el metro.

En ese momento algo se mueve a lo lejos haciendo zigzag. Se detiene y mira fijamente con los ojos entrecerrados hacia las escaleras mecánicas… Volando sobre ellas aparece una mariposa pequeña de color blanco amarillento. Una mariposa!! En el metro!!

La mariposa parece estar descendiendo por las escaleras en dirección al andén y una vez ahí, sobrevuela por encima de Isabel esperando la llegada del tren como cualquier otro pasajero. A Isabel le resulta divertida, curiosa y sonríe observando como vuela de aquí para allá. Mira alrededor y el resto de viajeros no hace ningún ademán por la mariposa, todos están absortos en sus pensamientos o hablando con otros o con los cascos puestos.



Al cabo de un par de minutos llega el tren y todos se montan en él, incluso la mariposa blanca, cosa que a Isabel le sorprende y a la vez le arranca otra sonrisa y piensa en que esta mariposa tal vez necesite ir a algún lugar y está cansada para volar.
En la siguiente parada, Isabel se baja y la mariposa detrás de ella, revoloteando por el andén y perdiéndose en la oscuridad de las vías. Isabel se despide de ella diciendo “Hasta la vista Blanca”. Cuando llega a casa le cuenta a su familia lo ocurrido y vuelve a sonreír recordando el viaje de Blanca…